¿Te condena el mundo por tu celo en el servicio de Dios? ¿Amontona reproche y desprecio sobre ti por tu cuidado en seguir obrando el perfectamente? ¿No se sonroja al imputarte toda clase de falsedades, con hipocresía farisaica?Las opiniones entre los exégetas sobre este punto son ampliamente diversas inclusive cuando hasta el siglo XIX eran m